PROVINCIALES
Preocupa la incapacidad de la Policía para resolver los casos más complejos
POSADAS. La liberación del único detenido por la brutal agresión a una joven en el barrio El Palomar, el misterio sobre en el asesinato de Lucía Maidana o las incógnitas que rodean al crimen de Javier Pauluk, ya son hitos de la inoperancia de la Policía de Misiones para resolver casos complejos.
El listado podría completarse con un sinfín de hechos que a pesar del tiempo transcurrido, no fueron esclarecidos, como la desaparición del joven Mario Golemba que cumplió una década sin respuestas de parte de la Justicia provincial ni de su principal auxiliar: la Policía.
Semejante incapacidad de la fuerza de seguridad, comenzó a alimentar, hace tiempo, la preocupación de la población que se ve desprotegida y en medio de interrogantes con respecto la preparación de los efectivos y jefes para llegar a dilucidar los delitos contra la vida, principalmente.
Como contrapartida, nadie niega la intervención exitosa de esta fuerza en procedimientos vinculados contra el tráfico de drogas, por ejemplo, cuyos resultados alcanzaron las páginas de diarios y pantallas de medios nacionales, y fueron exaltadas por las autoridades en distintos niveles.
Sin embargo, con solo localizar los sitios donde de centralizaron los operativos, las condiciones en que se desarrollaron los mismos y las detenciones practicadas, quienes siguen de cerca el quehacer policial no dudan en señalar que nada más se siguieron las pistas por todos conocidas y con un mínimo trabajo de “inteligencia”.
Otro logro reciente fue la detección de desarmaderos de automóviles que funcionaban en distintos puntos del territorio misionero. Acaso es muy difícil determinar dónde están o iban a parar miles de piezas de rodados de todo porte? El caso de San Vicente fue el más elocuente: toda la región sabía de una poderosa banda, hasta que se enteró la Policía y decidió intervenir.
En definitiva, no es nada más que el cumplimiento de la tarea asignada con exclusividad. Pero qué sucede, por ejemplo, con las supuestas andanzas de un violador serial, cuyo ADN habría sido detectado en distintos atentados. A pesar de la cantidad de víctimas confirmadas (al menos tres) y el tiempo transcurrido, el misterio persiste.
Por ahora se sabe que el autor, cuyo componente genético está descifrado pero se desconoce de quién se trata, tuvo conductas similares en la ejecución de los hechos, aunque solamente en el caso de Lucía Maidana derivó en crimen, mientras que los otros fueron de violación, amenaza, privación de la libertad y agresión.
La abogada Roxana Rivas, que lleva adelante la defensa en el caso Maidana, dijo hace poco tiempo que “es el momento en el que podrían salir a hablar y explicar los jueces que investigan estas causas, darle tranquilidad a la población. Tenemos que tener ese ejercicio de ciudadanos empezar a exigir porque no está prohibido por ley que los jueces de instrucción o los fiscales salgan a explicar en que están dentro de sus investigaciones cuando son de tanta gravedad”.
El clamor surgió, como en todos los casos de violencia contra la integridad física, debido a que “todavía no tenemos una persona real que se la esté persiguiendo. Aunque sea por casualidad se puede llegar a saber quién era. Hay un gran pacto de silencio entre los que intervinieron y saben lo que pasó, que no se está pudiendo romper”.
¿Y la Policía?
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