OPINIONES

Ser Ciudadano / Lucas E. Wall*

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Este viernes 20 de enero de 2017, comenzó la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos. Y así, una etapa con muchos riesgos para este país, y de alguna forma el mundo entero.
En los catorce años que vivo en este país, me tocó ver la re-elección de Bush hijo, y las dos presidencias de Barak Obama. Ninguna de esas campañas electorales, y tampoco esas presidencias, se asemejan a lo que acaba de comenzar este pasado viernes.
Desde el comienzo de la campaña presidencial hasta el día de ayer, el primer día de su presidencia, Donald Trump no ha parado de romper formas, y con ello desafiar al establishment político del país. Si fuera tan solo eso, no sería mayor problema, al final y al cabo, establishment suele ser garantía de continuidad, y por ende una muy baja probabilidad de cambio.
Y este país necesita muchos cambios.
La lista de cosas que este país debería mejorar, por y para su población, es grande. La lista de razones y causas que generaron esos problemas es mayor aún. Y pienso que serán materia de debate permanente por muchos años.
Pero lo que es menos debatible es que Trump viene del mundo del entretenimiento, ni si quiera del mundo empresario como lo definiera Benjamín Franklin, y mucho menos de un movimiento político con raíces revolucionarias.
Trump ha sido la figura principal de un show televisivo armado alrededor de una imagen de infalible, acostumbrado a que todo su entorno le dé explicaciones al final de las cuales él podía, con tan solo una oración (“está despedido”), mostrar su poder.
Hace tan solo un mes me convertí en ciudadano de los Estados Unidos. Tomé la decisión de hacerlo por un número grande de razones. La más importante es la de poder ejercer los derechos que la ciudadanía otorga. Formalmente, el ser ciudadano me permitirá votar en el futuro, y hasta si se quiere, ser candidato político. Es así. Con excepción de la presidencia, en Estados Unidos, naturalizarse abre las puertas a todo.
Pero no son esos solamente los derechos que estos tiempos llaman a ejercer.
La presidencia de Trump es la expresión política de un movimiento populista excluyente. Canaliza el reclamo real y valido de un amplio sector de la población que ha sido dejado de lado por mucho tiempo. Pero el tono político que lo define rechaza a los inmigrantes, busca expulsar y cerrar las puertas del país a los musulmanes, intenta romper los vínculos con el mundo como lo conocemos, contempla las diferentes orientaciones sexuales como enfermedades, y transpira un repugnante olor misógino, donde las mujeres son trofeos u objetos sexuales, de los cuales los hombres ostentan, usan y abusan.
Pensar que los republicanos en los años noventa decían que Bill Clinton despreciaba el salón oval por usar camisa de mangas cortas durante el verano. Mientras tanto, a Donald Trump lo hemos escuchado vanagloriarse de asaltar sexualmente las mujeres que quisiera.
Con Donald Trump en la Casa Blanca, el partido republicano ha ganado la firma presidencial, el último escalón para que sus proyectos de ley se conviertan en realidad.
¿Y cuál es la realidad que buscan crear?
Tanto los líderes del Senado como los de la Cámara de Diputados tienen desde hace años una agenda política muy clara, compartida por el vice-presidente Mike Pence. Una red de ayuda social casi o completamente inexistente. Corporaciones con pleno derecho, no solo comercial. Una estructura impositiva completamente regresiva. Un sistema de salud completamente privado sin garantías individuales. La privatización de la educación en todos sus niveles. Ignorar completamente el cambio climático. Y si pudieran, transferir completamente los derechos electorales a los estados, los que dejarían a millones de personas sin poder votar.
Así se siente como que el ser ciudadano en estos tiempos es un deber más que un derecho.
Debemos ejercer el derecho a reunirnos públicamente, celebrar nuestras diversas religiones, dar la bienvenida al extraño, ser parte de la defensa y construcción de un planeta en el que podamos vivir todos, abrazar al que ama distinto, respetar al que menos puede y al que menos tiene, y así organizarnos y resistir contra esta farsa política que busca entretenernos con tweets y controversias políticas berretas, mientras en los corredores y oficinas del poder, este país retrocede décadas en todos los aspectos posibles.

*Nacido en Obera, Graduado en la Facultad de Cs. Económicas de la UNAM, obtuvo au MBA en una universidad de EEUU donde ser radicó con su familia, desde el año 2002.

 

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