OPINIONES

Clientelismo y lealtad, dos términos antagónicos que la Renovación confunde / Mario D’Arpino*

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La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario del “día de la lealtad”, hecho histórico e irrepetible que significó entre otras cosas, la irrupción de los trabajadores y de los sectores más postergados como sujeto político y el surgimiento del liderazgo de Perón en esos mismos sectores.

La Lealtad que se consagró ese día fue entre miles de trabajadores que sin importarle lo que habían decidido sus dirigentes sindicales y rebelándose a una cultura de sumisión impuesta por el sistema desde siempre, decidió salir a la calle a defender la vida y la libertad de su líder.

Los épicos relatos de cómo miles de trabajadores de la zona Sur de Buenos Aires cruzaron el Riachuelo para llegar al epicentro de la Plaza de Mayo, no se parecen en nada a las fotos publicadas por nuestro diario digital en Posadas, en donde se ve con claridad decenas de colectivos pertenecientes a las empresas monopólicas y hasta una combi municipal destinada al transporte de personas con movilidad reducida, para “acarrear gente” al acto del partido del gobierno.

LAS PREBENDAS SOBRE RUEDAS. El Gobierno le debe favores a quién debería controlar

Esas imágenes no solo muestran la complicidad de la Renovación con las empresas que debería controlar, sino también algo más grave y estructural: el retroceso de los trabajadores y los sectores más empobrecidos en la escena política. Hoy los millones de pobres y marginados son la escenografía de una puesta en escena, el marco para selfies indignantes o con suerte, un “paquete de votos” para una clase política que solo se sirve de ellos, que pagan su presencia con favores, acomodos, arbitrariedades y hasta con dinero que le sobra de los actos de corrupción, y que a la larga o a la corta termina generando más pobreza.

Nada tiene que ver la lealtad con el clientelismo, son relaciones antagónicas, aunque la foto final sea parecida.

Para ser justos, la Renovación misionera no es ni la creadora, ni ejerce en exclusividad el clientelismo. Esto es un proceso político cultural que se viene profundizando desde hace años y que como todo sistema, se reproduce no solo hacia abajo, sino también hacia arriba.

Hace un par de semanas el Gobierno Nacional desembarcó en Itaembé Miní con una kermés de servicios que ahora llaman “El Estado en tu barrio”, oportunidad que le sirvió a los funcionarios de turno para salir de safari fotográfico y sacarse “selfies” no solo con vecinos agradecidos de que le otorguen distintos beneficios, que en realidad son derechos, sino que en el caso de las autoridades nacionales, obtuvieron “piezas mayores” que reproducen con mejores ropas y palabras, el agradecimiento y la súplica.

Este fue el caso del Gobernador de Misiones, Hugo Passalacqua, arrodillado buscando la mejor posición para la foto con el Ministro Marcos Peña, convirtiéndose así en una síntesis gráfica perfecta de la relación entre la Renovación y el gobierno de Macri.

MISIONES DE RODILLAS. Passalacqua hace “lo que sea” por una foto con el Gobierno de Macri

La visita del Ministro porteño no solo no fue acompañada por ningún anuncio o medida que reconozca o compense la postergación que sufre nuestra provincia, sino que además fue un día después del anuncio presidencial de acelerar la construcción de las represas de Garabí y Panambí, sin tener en cuenta ni la voluntad, ni las leyes de Misiones.

Frente a esa afrenta, la Renovación lejos de reclamar, trató de arrancar entre chistes y súplicas una difusa promesa de reactivación del tren, como lo haría un dirigente barrial que sabe que necesita seguridad, alumbrado público y asfalto, pero en lugar de eso, termina agradeciendo unas bolsas de mercadería y una promesa de trabajo para una sobrina.

El clientelismo de alta gama ejercido por el Gobierno de Macri, no es muy distinto al local.

Al igual que ese mismo puntero que puertas adentro de su casa o ante “su gente”, maldice al gobierno y promete ir por más y defender lo que le corresponde, la Renovación en su acto del 17 de octubre tuvo en todos sus discursos la exaltación de la dignidad y la defensa del misionerismo, que después calla y negocia en los despachos de Buenos Aires.

El fiasco del Plan Belgrano, la desinversión en obras y salud anunciada en la Ley de Presupuesto Nacional para Misiones y las medidas macroeconómicas de Macri, que aseguran profundizar cada vez las asimetrías con los países vecinos, configuran un escenario muy difícil para el gobierno de Passalacqua. Pero la sangre no va a llegar al río, Rovira sabe que hay gobiernos buenos y gobiernos malos, “lo importante, es que sean todos nuestros”, y eso, parece no estar en riesgo.

 

*editor responsable de La Voz de Misiones

 

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