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Rafa Lozina: Amor por los tambores y pasión con la historia musical cubana

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Rafa Lozina es baterista, posadeño y está inmerso en el mundo de la música desde pequeño. De niño fue a la Escuela nº1, a la Industrial, hasta a la Escuela Agrotécnica de Eldorado pero terminó sus estudios secundarios en el Lisandro de la Torre de la ciudad de Posadas. Paralelamente a eso, desde los cuatro años tuvo su primera aproximación con la música a través de un taller musical de juegos para niños. Con el taller “ProArte” que se dictaba en el Palomar, aprendió a jugar com la música y con los intrumentos, “ahí se me despertó todo el interés por la música” señaló a La Voz de Misiones.

El músico misionero es un alma viajera que recorrió varios países de América Latina, además de vivir en el extranjero por mucho tiempo. Con un amigo llamado Rodrigo Sosa, de Aristóbulo del Valle, pianista y flautista, fueron a tocar a la feria del Libro en Cuba, estando en tierras cubanas aprovecharon para averiguar y realizar examenes de nivelación en el Conservatorio de Música de aquel país. Sorprendentemente, siete meses después, supieron que podían estudiar la carrera de música en Cuba. “Es considerablemente más barato que estudiar en Buenos Aires”, aunque parezca un chiste Rafa explica que “con 350 dólares yo pagaba el Conservatorio, la casa, la comida, todo, y acá serían aproximadamente 10 lucas, mientras que un alquiler en Buenos Aires está seis”.

En el segundo año en el Conservatorio Amadeo Roldan, todo cambió para el treinteañero a partir de un autor llamado Fernando Ortiz, “un viejo que de 1910 a 1960 hizo una radiografía etno-musical en Cuba, tomos grandísimos de estudios ento-musicológicos, el tipo dividió los grupos étnicos que llegaron con la trata de Africa, cómo llegaron, quiénes llegaron, de qué parte de África llegaban, cómo eran sus tambores, que funciones sociales habían, por qué llegaron a Cuba, qué pasó, todo ese tipo de cosas”, cuenta Lozina mientras le brillan los ojos y continúa indicando que con esto, “me nació la inquietud de saber donde estaban esos grupos y esos tambores”.

“En la Habana naturalmente hay tambores, están muy difundidos comercialmente como los de palo monte, Mbaye, por que son grupos étnicos que sus cosmovisiones y religión se practica mucho en la isla, entonces esos tambores se hacen cada vez más, también se prostituye cada vez más, se mezcla, se desvanece toda la esencia”. Al mismo tiempo, el posadeño explica que “hay outros subgrupos menores que están sobretodo en el campo y que existen aún, y que tienen características muy especiales, históricamente desde la parte de África, de los tambores, de los toques, muy especiales, muy complejas y que siguen muy conservadas”. Todo el material que fue investigando y dividiendo en grupos étnicos se está transformando en un hermoso libro.

El baterista estuvo diez años afuera del país, en el cual seis fueron en la Habana, y en donde los últimos cuatro estuvieron enfocados en la investigación intensa y extensa de los tambores y su historia africana. Al especialista en percusión, le apasionó totalmente la historia etnográfica de Cuba, que lo absorvió cuatro años y provocó un descuido en la academia. Esto no evitó que siguiera sus estudios en la Tecnicatura Nivel Medio en Música en el Conservatorio cubano. Incluso lo mencionado anteriormente  sumado a varios años en Colombia, fueron el motivo de su regreso a la tierra colorada, quien viajó o vivió lejos de sus raíces, sabe que tarde o temprano es tiempo de volver por un rato, y Rafa no fue la excepción. “Estoy en la fase final de editar un libro, material bibliográfico de eso, con un perfil sumamente musical, es un método.” Asimismo explica que “yo lo que hice por ejemplo fue…hay uno (tomo o sección del libro) que se llama congos, qué tambores, bueno investigué los de palo monte y los del yuca. Los toques originales que grabé los transcribí en partitura original, y esas partituras las pasé a batería, que es mi instrumento”. Con todo esto, el misionero indica que busca “una resultante rítmica”. 

Por otro lado, también vivió en Bogotá, Colombia en el cual se desempeñó profesionalmente en el mundo musical, “quería salir a tocar, quería hacer el libro; en Bogotá llegué y comencé a tocar, estuve tres años”. Pero eso no es todo, Lozina cuenta que viajó a Costa Rica, a Europa, a México, exponiendo capítulos del libro en ponencias, constantemente en movimiento y siguiendo su pasión. Rafa entiende que hay diferentes formas de vivir la vida, que no existe solo un modo de existir en esta sociedad, y él mismo es el ejemplo de eso. Lo importante es “dejar una huella” ya que “hay cosas que tienen otro peso”.

Actualmente Rafa Lozina brinda clases particulares de batería, toca con la tradicional banda Espiral Afropercusión en la ciudad de Posadas, realiza charlas com la impronta del material de su libro, aprovecha de la capital provincial y trabaja en la parte final de un libro que promete ser material de consulta para músicos de todos lados.

Por: Cintia Ojeda.

 

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