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Paraguay maneja el 90% de carga en el Paraná y está en el podio mundial en cantidad de flotas

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A mediados de los años setenta, la empresa paraguaya de transporte fluvial Líneas Panchita G (LPG) no tenía más que un pequeño barco con una capacidad de carga equivalente a la de cinco camiones. Algunos de los convoyes de la compañía que hoy navegan los ríos de la región, en cambio, pueden trasladar 40.000 toneladas de mercancías, el equivalente de 1.600 camiones.

PARAGUAY. Son la prueba de que LPG supo seguir el ritmo a las exportaciones sudamericanas de materias primas, que crecieron exponencialmente en las últimas décadas y colocaron a Paraguay, junto con Bolivia, el único país sin salida al mar de América Latina, en el podio de las flotas fluviales del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y China.

Las embarcaciones de LPG, en su mayoría barcazas sin autopropulsión empujadas por remolcadores, tienen una capacidad total de carga de 1,6 millones de toneladas, lo que la convierte en una de las empresas líderes del país.

Las naves de LPG surcan las aguas del sistema de ríos conocido como hidrovía Paraguay-Paraná, una de las arterias de salida al Atlántico para la producción de los países del Mercosur. Es un tramo de 3.442 kilómetros que nace en el puerto de Cáceres, en el sur de Brasil, pasa por la frontera con Bolivia, atraviesa Paraguay y el noreste de Argentina y termina en Nueva Palmira (Uruguay).

La mayor parte del recorrido, hasta el puerto agroexportador argentino de Rosario, hace de canal de salida para la soja paraguaya y boliviana, y para el mineral de hierro del sur de Brasil, que viajan en las barcazas hasta su descarga en los puertos fluviales-marítimos del extremo sur de la hidrovía, en Argentina y Uruguay.

Con la demanda china de materias primas, el número de embarcaciones que surcan el río aumentó en la década de 2000, un crecimiento que significó un auge para la industria fluvial paraguaya, el país de la región que ofrece las condiciones más atractivas. Las 3.600 barcazas operan hoy bajo la bandera roja, blanca y azul del país sudamericano representan más del 90% de las embarcaciones de la extensa vía de navegación.

Con la llegada de muchos operadores del exterior, interesados en colocar el pabellón paraguayo en sus naves, algunas de las empresas locales se vieron expulsadas del mercado, pero otras aprovecharon el viento a favor y aprovecharon la pujante industria.

LPG es probablemente el caso más exitoso. A su actividad como armador suma varias unidades de negocio con las que logró integrar verticalmente sus operaciones: un astillero, una empresa de logística terrestre y servicios de estiba, una firma dedicada al procesamiento y almacenaje de oleaginosas y un establecimiento de 30.000 hectáreas con 12.000 cabezas de ganado para exportación.

En 2017, el grupo realizó operaciones por el valor de 41 millones de dólares. La flota de LPG tiene una capacidad total de carga de 1,6 millones de toneladas y está compuesta por seis remolcadores, cuatro buques y 87 barcazas.

Empleo y ventas. El grupo emplea a 600 personas en sus unidades de negocio: transporte fluvial, industria naval, servicios de logística y estiba, procesamiento y almacenaje de oleaginosas y producción ganadera. En 2017 facturó 41 millones de dólares.

Astillero. En el astillero Aguapé se construyeron tres buques para el transporte de contenedores, un buque tanque y más de 20 barcazas tanque Jumbo, con una capacidad de carga de más de 3.000 metros cúbicos cada una.

“Fueron eficientes y se sumaron al tren del crecimiento de las últimas décadas”, explica el presidente del Centro de Armadores Fluviales y Marítimos del Paraguay, Juan Carlos Muñoz. “Hoy LPG ofrece todas las modalidades de transporte y atiende todos los tipos de mercadería, con lo que se ha convertido en la empresa paraguaya más grande del sector”.

El tráfico de bajada en dirección al Río de la Plata, con las cargas de la producción minera y agroindustrial, es cuatro veces superior al de subida, dedicado en un 80% al traslado del combustible que demandan Paraguay y Bolivia, según datos del Comité Intergubernamental de la Hidrovía Paraguay-Paraná.

Gracias a los contratos que mantiene con las mayores petroleras de esos países (la paraguaya Petropar y la estatal boliviana YPFB), LPG tiene un papel clave en el transporte de los combustibles río arriba, para el que dispone de 20 barcazas-tanque, con una capacidad de 3.000 metros cúbicos cada una.

La empresa opera tanto en el negocio de cargas líquidas y secas a granel como en el de los contenedores, que son minoritarios en el río pero permiten la exportación de carne paraguaya y la importación de diversos productos de consumo para el mercado interno del país.

Dentro de la mercancía que llega en contenedores, destacan la de productos tecnológicos (móviles, ordenadores, etc.), que entra a Paraguay con aranceles bajos y tiene un mercado importante en localidades fronterizas, donde los menores precios atraen la demanda argentina y brasileña.

Los bajos impuestos son uno de los ingredientes clave de la receta paraguaya para liderar el transporte fluvial de la zona. “Paraguay ofrece ventajas fiscales, tiene una mano de obra joven a coste razonable y sus gremios portuarios son menos conflictivos que los de los países vecinos. Varias firmas argentinas trasladaron su sede a Paraguay por los problemas con sus sindicatos”, explica Lucas Varela, director de la consultora Naval Expert.

Paraguay también es atractivo para los armadores por la mayor libertad para importar embarcaciones usadas. Pero LPG ha sido crítica con esta flexibilidad porque la empresa ha invertido fuertemente en las últimas décadas en la industria naval local.

Aguapé, su astillero ubicado en Asunción, fue el primero del país en construir remolcadores de alta potencia (6.000 caballos de fuerza) y barcazas Jumbo, con una capacidad de carga de 2.500 toneladas, muy superior a las tradicionales.

Las naves fueron diseñadas para el transporte del mineral de hierro brasileño, peor la crisis de este mercado obligó a “LPG a dejar de utilizarlas o readaptarlas para el transporte de soja hasta que hace dos años ser reactivó la minería”, explica Diego Florentín, director de la revista Paraguay Fluvial. (El País)

 

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