Perros tatuados, la nueva moda que indigna en las redes

Una exótica moda generó revuelo en torno a los derechos de los animales y la crueldad de sus dueños. Una vez más, la tendencia de los tatuajes para perros está en el centro de una de las controversias más actuales con respecto a los derechos de los animales.

Las redes sociales están al rojo vivo con esta polémica. Tras una serie de imágenes de tatuajes para perros, los usuarios manifestaron su indignación, y las asociaciones protectoras de animales denunciaron esta práctica como cruel e innecesaria.

La discusión volvió a encenderse a partir de la publicación en Twitter de un holandés, Maarten Kaskens, que subió a su cuenta varias fotos de perros de diversas razas, con tatuajes que les cubren gran parte de su cuerpo. “¿Qué idiota puede tatuar a su perro? Pues, desgraciadamente hay mucho idiotas”, reflexionó.

Lo que provocó aún más, fue una foto de un perro anestesiado, al que le dibujan la zona de las costillas, lo que pone en evidencia lo doloroso y arriesgado del procedimiento.

La discusión llegó a la Argentina, donde Carla Ritrovato lanzó la consulta en Twitter: “Entiendo que todo es cultural pero entre seres discursivos. Lo demás para mí, es abuso. ¿Qué opinás? De verdad pregunto”, publicó. “Nueva moda horrorosa. Tatuar a tus animalitos”, aclaró.

La moda de los tatuajes para perros tiene su antecedente en 2013, cuando Ernesto Rodríguez, de Carolina del Norte, le tatuó el vientre a sus dos perros para que los pudieran identificas si se perdían, según explicó. Pero para esa fecha ya estaban disponibles los chips, y otros métodos de identificación menos invasivos.

La Sociedad Estadounidense para la Prevención de la Crueldad Animal (Aspca), fue muy clara al respecto: “Tatuar a un animal para el placer egoísta y la diversión de sus dueños, sin ninguna consideración por el bienestar animal, no es algo que nosotros apoyemos”.

Algunos veterinarios recurren a esta técnica para marcar a las mascotas, pero en ese caso, los tatuajes para perros son pequeños, y no están a la vista, porque su objetivo no es estético. Lo cierto es que, anestesiados o no, el proceso de tatuar a una animal es doloroso y estresante, por lo que no se justifica.

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