INTERNACIONALES
Abusos sexuales en la iglesia: ex monjas cuentan sus terribles experiencias
Luego de que el Papa admitiera el flagelo que sufren las religiosas, dos víctimas relatan cómo fueron los ataques.
La admisión pública del papa Francisco de que sacerdotes y obispos habían tratado a monjas como “esclavas sexuales” por décadas marca un nuevo capítulo de la crisis por los abusos sexuales que azota a la Iglesia católica. Ante este escenario, dos ex novicias fueron entrevistadas por la cadena BBC para contar en primera persona los ataques sufridos.
El padecimiento de las monjas en el seno de la Iglesia fue el tema del número de febrero del suplemento femenino del diario vaticano “L’Osservatore Romano”, dirigido por Lucetta Scaraffia. Esto que provocó luego la aclaración del pontífice en su viaje de regreso desde Emiratos Árabes Unidos hacia Roma.
Las revelaciones del diario italiano, sumado a la admisión del papa, han conducido a la aparición de testimonios directos que narran ese abuso. En el programa “Woman’s Hour” (Hora de la Mujer), de la BBC Radio, fueron entrevistadas dos ex monjas respecto a los ataques que sufrieron durante su tiempo en la Iglesia Católica.
Rocío Figueroa es actualmente una teóloga y conferencista que vive en Auckland, Nueva Zelanda, pero originalmente es de Perú.
En su entrevista con la BBC, explicó que se unió a la vida religiosa como una adolescente, ya que vivía en una zona muy pobre, y necesitaba “hacer algo”. Fue allí donde sufrió abuso sexual a manos de un vicario, el cual había sido designado como su “guía espiritual” por el líder de la congregación.
“Tenía 15 años. Luego de unos meses en los que hablábamos, y buscó ganarse mi confianza, un día nos pidió a todos los que nos estábamos formándonos con él que fuéramos a una clase de yoga. Eventualmente pasamos a sesiones personales, en las cuales él decía que iba a ayudarme a desarrollar autocontrol sobre mi sexualidad”, explicó Figueroa.
“Yo era muy ingenua, no tenía ningún tipo de experiencia previa. Empezó a tocarme, y yo pensaba (equivocadamente), que eso estaba bien, y que yo era la malvada. Me sentía culpable y desorientada”, continuó. “Nunca me violó, pero sí abusó de mí. No pude darme cuenta de eso hasta que tuve 40 años”, completó.
Figueroa dijo que se decidió a hablar luego de que el hombre que la había abusado murió, dado que era considerado una suerte de santo en su comunidad, y ella quiso contra la verdad acerca de quién era él.
La otra ex monja que habló sobre los abusos sufridos en el seno de la iglesia católica fue la alemana Doris Wagner-Reisinger.
En su relato, el abuso sexual fue precedido por lo que ella llama un “abuso espiritual”: “no me dejaban leer nada ni hablar con nadie, perdí confianza y me volví una persona débil”.
“Cinco años después de ingresar al seminario, un sacerdote de la congregación empezó a acercarse a mí cada vez que me veía sola. Después empezó a entrar a mi habitación, y se quedaba ahí, hablando”, relata Wagner-Reisinger. “Con el tiempo, empezó a abrazarme, y luego ya venía y, sin decirme nada, me sacaba la ropa y empezaba a violarme”, prosiguió.
“Yo estaba en shock. Entendía lo que esaba pasando, pero no lo podía creer. Sabía que no estaba bien, y no quería que pasara, pero estaba convencida: es un sacerdote, esta es una comunidad sagrada, esto es imposible”.
“Yo estaba en shock. Entendía lo que estaba pasando, pero no lo podía creer. Sabía que no estaba bien, y no quería que pasara, pero estaba convencida: es un sacerdote, esta es una comunidad sagrada, esto es imposible -confesó- No podía entender que esto estuviera pasando, me llevó años darme cuenta que fue una violación, y poder hablar de esto”.
“Tuve una severa crisis de fe. Mi primer impulso fue pensar que, si decía algo, iba a dañar la iglesia, y que Dios quiere que me mantenga callada. Era insoportable”, remata Wagner-Reisinger. “No tengo por qué creer en esa clase de Dios”.
Wagner-Reisinger eventualmente conoció y se enamoró de otro sacerdote, y dejó la vida religiosa en 2011. El escándalo se suma a la ola de denuncias contra sacerdotes pedófilos en numerosos países, desde Chile e Irlanda pasando por Estados Unidos y Australia.
El semanario del Vaticano denunció inclusive la violación de monjas, que fueron forzadas a abortar o a criar hijos que no fueron reconocidos por sus padres sacerdotes.
Este es un fenómeno que ha sido poco denunciado y que está saliendo a la luz en numerosos países, entre ellos Chile, Italia, Perú e India, además de África.
“Es una situación muy difícil que tiene sus raíces en la dependencia de las monjas. No son reconocidas como iguales”, explicó Scaraffia.
En un comunicado de prensa divulgado este miércoles, el portavoz interino de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, aclaró que cuando el Santo Padre habló la víspera de la “esclavitud sexual” en algunas congregaciones, se refería también a la “manipulación y a formas de abuso de poder, que también incluyen el abuso sexual”.
Desde noviembre pasado la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISG), organismo que representa a más de medio millón de monjas católicas, asumió el compromiso de atender a toda religiosa que denuncie una agresión sexual.
El papa recordó que la batalla fue abierta por su predecesor, Benedicto XVI (2005-2013), quien “tuvo el coraje de disolver una congregación” por esclavizar a las mujeres, inclusive sexualmente, por parte de su fundador.
Francisco se refería a la congregación francesa de las contemplativas Hermanas de San Juan, cuyos superiores fueron despedidos después de una investigación del Vaticano sobre sus excesos, entre ellos sexuales.
A raíz de las revelaciones sobre el abuso de niños por parte de curas y del impacto mundial del movimiento #MeToo, las monjas también han comenzado a romper el silencio.
La semana pasada, un alto religioso del Vaticano, acusado por una ex monja alemana de abusos durante la confesión, renunció después de cuatro años y de un juicio canónico que se limitó a llamarle la atención.
“Al Vaticano han llegado muchas quejas, pero no se les hace seguimiento”, explicó Scaraffia.
“Espero que formen una comisión para investigar los casos, que participen expertos religiosos en ese tema, que se abran juicios, pero sobre todo que se quiebre el silencio. Porque es el silencio que permite que violadores sigan violando”, agregó.
Para las monjas víctimas de abusos no es fácil hablar de ello ya que temen que la denuncia repercuta contra ellas o contra la congregación.
Scaraffia considera que la iglesia debe cuestionarse sobre el poder que los sacerdotes ejercen sobre las monjas, ya que deciden sobre su ingreso o no a las órdenes religiosas, organizan sus vidas diarias e inclusive fijan el salario que reciben.
“Esta es una oportunidad para demostrar que el cambio está realmente en marcha”, sostiene la historiadora, quien espera acabar con el tradicional poder del sacerdote hombre sobre la monja mujer.
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