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Tras violar por más de 20 años a su hija, se convirtió en líder de una Iglesia evangélica
Por medio de una denuncia en la comisaría de La Matanza, Buenos Aires, expresó que su padre Juan Ambrosio Chávez, de 62 años, la violó reiteradas veces desde sus 12 hasta sus 35 años.
BUENOS AIRES. A la víctima de abuso sexual intrafamiliar, Verónica C. (39), animarse a denunciar le llevó 23 años, problemas alimenticios y dos intentos de suicidio. A fines de diciembre de 2018, pudo contar que su progenitor abusó de ella desde que tenía 12 años. Tras la denuncia, lo escrachó en las redes. El sujeto sigue libre y ahora es líder de una Iglesia Evangélica.
Los abusos empezaron en el año 1992 en la casa que la familia tenía en la localidad bonaerense de González Catán. El progenitor buscaba quedarse a solas con su hija y la amenazaba con lastimar a su mamá o a su hermana. “Me abusaba todos los días y buscaba constantemente excusas para quedarse solo conmigo. No me dejaba ni tener amigas y me decía que si me negaba lastimaría a mi hermana o mamá“, contó la mujer de 39 años.
A causa de la situación de “abuso, de violencia sexual y emocional”, a los tres meses de la primer violación, desarrolló problemas en su conducta alimentaria de anorexia y bulimia. Verónica inició un tratamiento en el instituto ALUBA (Asociación de Lucha Contra la Bulimia y Anorexia). En 1996, tuvo su primer intento de suicidio. Buscó entonces contención con un psicólogo, que en lugar de contenerla la culpabilizó: “Me dijeron que la culpa la tenía yo”, contó a Crónica.
Mientras crecía y continuaban los abusos, su padre controlaba sus pasos e impedía que tuviera trato con personas ajenas a la familia. Sin embargo, cuando la joven empezó a estudiar la carrera de Trabajo Social ,a los 26 años, pudo encontrar la contención en organizaciones feministas.
“A los 26 años empecé la carrera de Trabajo Social y le conté a unas compañeras de los abusos que sufría en mi casa. Ellas me ayudaron a mudarme recién en el 2010. Antes, no tenía ninguna amiga en quien confiar”, manifestó la víctima.
Lamentablemente pese a que la estudiante se mudó sola, su padre continuaba yendo a su departamento y la atacaba sexualmente. Inclusive, luego del segundo intento de suicidio, fue internada en el Hospital Santojanni pero los médicos le pusieron la condición de que fuese a vivir con sus padres para darle el alta.
Recién en 2015, pudo irse nuevamente sin que su familia supiera adónde. “Se puede decir que me escondí”, sostuvo. En ese tiempo empezó también a frecuentar grupos de sobrevivientes de abusos, que la ayudaron a sobrellevar todo lo que había padecido.
Denuncia en la Justicia y escrache
En diciembre de 2018 presentó la denuncia formal en la UFI especializada en Violencia de Género de La Matanza y a mediados de este año, expuso a su padre en las redes sociales. “A raíz de eso, una antigua vecina de González Catán se contactó conmigo y me contó que mi abusador se hizo evangélico y en su casa hace reuniones con otros creyentes”, señaló.
Por otro lado, Verónica advierte que su progenitor todavía no declaró en la Justicia. “Si bien lo llaman para notificarlo, él no aparece y tengo miedo de que se escape”, afirmó.
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