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Obsceno, humillante y sucio: Turistas que viajan a Paraguay esperan hasta 10 horas
Miles de personas hacen la fila para cruzar el puente internacional. La mayoría son familias enteras que vienen a pasar las fiestas. Esperan el obsoleto control migratorio al costado del Acceso Sur de Posadas, en la inclemencia del clima y sin baños. Crónica de una espera angustiante.
La jornada del sábado 23 de diciembre mantuvo una hilera constante de vehículos que todavía a la medianoche hacían la cola para cruzar el puente internacional y, finalmente, llegar al destino: Paraguay.
Exactos 10 kilómetros de fila se contaban durante todo el día desde la cabecera del Puente Internacional San Roque González hasta la rotonda del acceso Sur, a la altura de la ex garita, donde comienza a verse el río, en la localidad de Garupá.
En la duda sobre quiénes eran los osados que afrontaban la obscena espera de hasta diez horas para ir a Paraguay, caminamos entre los autos y hablamos con los que esperaban: casi todos turistas, parte de la comunidad paraguaya en nuestro país, de más de 2.000.000 de personas, la mayoría con residencia en Buenos Aires.
En autos de los más variados, el tono familiar reinaba entre la multitud de vehículos en fila. Los que estaban con niños en brazos caminaban algunos en la banquina embarrada, porque el cielo estuvo toda la tarde nublado después del intenso chaparrón al mediodía.
Un vecino de la ciudad de Encarnación, sentado solo en su auto nos contó que cruzó temprano, que no era turista: “en 5 minutos vine, no había nadie en el puente, pensé que había tenido suerte. Fui al hospital Madariaga a visitar a un amigo, estuve 40 minutos con él y quise volver. Hace dos horas que estoy en la cola y sé que, por lo menos, hay para seis horas más”, resumió.
Pero lo que más indignaba a este encarnaceno, cuya escapada le había salido mal, no eran las horas de espera. “Recién vi a dos señoras haciendo caca al costado de la vía, eso es humillante”, denunció a la prensa, esperando que las autoridades comprendan la magnitud del calvario que significa para miles de familias que están de paso por nuestra ciudad, esperar para cruzar el río.
Sobre el costado del camino, en la inmensa extensión de autos haciendo fila, se observan los desechos que durante la jornada fueron generando los turistas en espera. “No hay basureros, tampoco hay baños. No se puede conseguir agua”, eran los reclamos más constantes de los consultados, casuales visitantes que se llevan el peor recuerdo en su paso por Posadas.
Cada año, en la misma fecha, el escenario se repite o empeora. Las autoridades de Migraciones no desarrollaron nunca un plan de acción para agilizar el control de frontera; y la Municipalidad de Posadas, mientras tanto, mira de costado a miles de turistas que solo están de paso.
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