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Misionero fanático de Boca quedó varado mientras trabajaba en la cancha de River
Roberto emprendió el viaje a Buenos Aires dejando de lado su fanatismo, todo por “ayudar a mis hijos”. Ahora pide desesperadamente volver junto a ellos.
POSADAS. Roberto Hengermuller es oriundo de Aristóbulo del Valle, tiene 36 años y trabaja en la construcción, está separado y tiene dos hijos, de 9 y 12 años.
A mediados del mes de febrero, Rober -como le dicen sus amigos- emprendió un viaje a la capital del país con la valija llena de ilusiones para trabajar junto a su hermano en una serie de refacciones en el estadio de River Plate.
Roberto es hincha fanático de Boca, pero como buen profesional, se tragó el orgullo y entró con la frente en alto al gallinero. Eso sí, ocultando cualquier signo de pertenencia al club de sus amores.
No obstante su fanatismo, en diálogo con este medio manifestó que “yo sabía que iba a ganar bien y pensé en ayudar a mis hijos; pude conocer el estadio y fue muy lindo”.
Pero cuando todo parecía marchar viento en popa, el decreto presidencial del 20 de marzo que estableció el aislamiento social obligatorio en todo el territorio nacional dejó a Roberto sin trabajo y sin ingresos para poder sostenerse, por lo cual tuvo que trasladarse junto a la familia de su hermano, en la localidad bonaerense de Monte Grande.
Como tantos otros misioneros, Roberto quiere volver a estar junto a su familia -su preocupación pasa por el hecho de que su ex mujer no tiene posibilidades económicas para sostener a los chicos-, pero como no cuenta con móvil propio ni con fondos que le permitan pagar un remís, depende de la ayuda que pueda llegar desde el gobierno provincial o bien de su municipio para que este padre pueda volver junto a sus hijos.
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