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Atroz testimonio de un misionero en la condena a religiosos por abuso sexual
Tras el fallo, la investigación proseguiría con las personas que intervinieron en distintas etapas de las revisiones a los menores, detectaron los abusos y no hicieron nada. Una de estas víctimas fue el chico oriundo de Misiones.
MENDOZA. El descarnado relato que hizo un misionero en cámara Gesell en 2017, fue el más atroz de los casos que se ventilaron en el juicio y condena a los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho Blanc y al jardinero Armando Gómez a 42, 45 y 18 años de prisión.
Los tres fueron hallados culpables por abusos cometidos contra niños y niñas en el Instituto Antonio Próvolo durante 12 años, desde 2004 hasta 2016, durante el proceso que se realizó en el Tribunal Penal Colegiado Nº 2 de Mendoza y que se extendió por casi cuatro meses .
El portal Infobae informó que la víctima oriunda de Misiones, hoy de 23 años, tenía 8 años cuando entró al instituto religioso para chicos sordos. A esa edad comenzaron también sus peores padecimientos.
De todos los casos que fueron llevados a juicio, el suyo demostró un nivel de atrocidad particular: según su relato, fue violado al menos ocho veces mientras estuvo en el instituto, en ocasiones hasta llegaba a desmayarse por el dolor que sufría durante esos ataques.
Padecimientos de un niño
De acuerdo a su relato, este ex alumno –de condición humilde, lejos de su familia en un pueblo cerca de la Triple Frontera– fue violado en simultáneo por el ex jardinero Gómez (49) y por otro ex trabajador del instituto, quien no llegó al juicio ya que fue declarado inimputable.
Durante algunos de esos tantos episodios de abusos, la víctima (quien es sordo) logró exteriorizar como pudo todo el sufrimiento en su cámara Gesell, lo hizo con gritos que evidenciaron su angustioso dolor.
Contó cómo en una de las oportunidades el cura Nicola Corradi, de 83 años, encontró a los dos violadores mientras atacaban al ex alumno. Lejos de hacer la denuncia correspondiente, la reacción fue la de ordenarle a Gómez y al otro ex empleado que se retiraran a sus habitaciones.
A eso se limitó la acción y reacción del cura italiano, como si se tratase de un padre que pone en penitencia a sus hijos.
Durante su declaración –registrada en 2017, que duró más de cuatro horas y media– el joven también relató otra ocasión en que fue abusado sexualmente y con acceso carnal por Corbacho.
Complicidad religiosa
El modus operandi se repitió durante varias de las violaciones que sufrió. Luego de ser abusado el joven sufría múltiples lesiones y desgarros. En ese momento entraban en escena Corradi, la monja Asunción Martínez (imputada por omisión en otra causa) o el ex monaguillo Jorge Bordón (ya condenado tras reconocer la autoría de 11 abusos) y se encargaban de trasladar al joven misionero al médico; la consulta ocurría siempre fuera del instituto, de acuerdo al relato del joven.
Más allá de esto, no existen registros en la causa ni ninguna denuncia de un profesional de la salud referidas a atenciones a un ex alumno del Próvolo por lesiones de este tipo, por lo que no se descarta que la Justicia guíe parte de los focos a estos episodios.
Ya atendido por los médicos, lo llevaban generalmente a un local de comidas rápidas y allí le compraban una hamburguesa con papas fritas. Incluso, en varias oportunidades le compraron el menú que trae un juguetito de regalo. El mismo juguetito que luego le quitaban –entre tantos otros maltratos– y por el que llegaban a forcejear con un niño de 8 años que no quería darlo.
En busca de protección
La víctima estuvo en el Próvolo mendocino entre 2004 y 2009, apenas salió regresó al Litoral junto a su familia. De hecho, mientras estaba de vacaciones en el lugar –aún siendo alumno– su madre lo llevó a un control médico porque evidenciaba dolores. “La víctima cuenta que cuando salió del chequeo, la mujer tenía un papel. Y agrega que viajaron ese mismo día a Mendoza, porque ella fue a pedir explicaciones en el instituto por lo que había observado el médico”, relató una fuente de la investigación.
Esa fue la última vez que el joven abusado pisó el Próvolo, y la penúltima que pisó suelo mendocino. La última fue en junio de 2017, cuando los abogados de las otras víctimas lograron dar con su paradero y consiguieron que regresara a la provincia de Cuyo para presentar su denuncia por lo vivido en el instituto. Lo hizo en cámara Gesell, en presencia de profesionales del Equipo de Abordaje de Abuso Sexual (EDEAS). La entrevista fue clave en la prueba acusadora que se exhibió en el proceso.
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