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A los 79 años, le festejaron su fiesta de 15 que antes no la pudo tener
Sus hijos, nietos y bisnietos le cumplieron el sueño con un festejo en el que no faltó nada.
Los hijos, nietos y bisnietos de una mujer cuya frustración adolescente había sido quedarse sin fiesta de quince años, eligieron su cumpleaños número 79 para saldar esa deuda pendiente con todo lo que indica la tradición: vestido largo con corset, vals, souvenires, torta de varios pisos y fotos nocturnas en la plaza central de la localidad platense de Ringuelet.
“¿Cómo querés que me sienta? Feliz! Me siento bien porque además es gracias a mis hijas que tuve mi fiesta de 15”, dijo Idalina Silva desde su casa.
Idalina nació en la provincia de Corrientes y de muy pequeña llegó con su madre a La Plata donde, luego, quedó al cuidado de una tía con la que tuvo una vida de privaciones.
“Cuando cumplí 15 no me lo pudieron festejar porque éramos pobres. Yo iba a los cumpleaños de mis amigas y me llamaban la atención sobre todo los vestidos: yo los veía y decía: «quiero estar ahí adentro»”, contó.
Una de sus 10 hijas y una de las principales promotoras de la celebración, Yolanda Luna, contó que Nina volvió a conectarse con su sueño incumplido a partir de los cumpleaños de quince de dos nietas.
“En junio cumplió mi sobrina y mi nena en noviembre: ahí vio todo el movimiento de preparativos y dijo que le gustaría lucir un vestido como el de las nietas”, contó Yolanda.
Y como cada vez que veía una quinceañera en una vidriera o la tele volvía con el mismo tipo de comentarios, su hija fue tomando nota y un día le propuso: “¿Te gustaría que te hiciéramos tu fiesta de 15?”.
“Me dijo que ya estaba muy vieja para eso, pero yo le respondí que eso no tiene nada de malo, y que se lo podíamos hacer con los chicos tranquilamente. Me dijo que estaba bien, pero seguro habrá pensado que se lo decía por decir”, contó Yolanda.
Pero un mes antes su cumpleaños 79, toda la familia se embarcó en el proyecto y el pasado 11 de enero todo estuvo a punto para que Nina, vestida de princesa, pudiera hacer su ingreso triunfal en un salón repleto de gente que estalló en una lluvia de papelitos, aplausos, abrazos y besos emocionados.
“Ella eligió todo como quería: los souvenirs, la torta, el vestido, la decoración del salón en blanco y rosa”, contó la hija.
A la fiesta no le faltó nada: Nina llegó en un auto blanco con el capot coronado en un enorme moño de cinta blanca, bailó el vals con todos los hombres de la familia y la fiesta se extendió “hasta las cuatro de la mañana”, aunque la agasajada se fue a descansar una hora antes.
Nina “tiene artrosis y muchas veces no puede caminar de los dolores, pero estaba tan contenta que una semana antes se recorrió toda la ciudad para buscar zapatitos que quería y se bailó todo”, agregó su hija.
Y mientras las personas que le alquilaron el salón se rieron con incredulidad cuando Nina les dijo que la reserva de salón era para su propio cumpleaños de 15, las vendedoras de la casa de vestidos de fiesta la felicitaron.
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