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Tremenda puja de dos hermanas por el control de la barrabrava de Chacarita

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Una historia perfecta para una serie de Netflix. Tan real que asusta. Sin embargo es la vida misma, con lazos de sangre arraigados, pero con la sed de poder y liderazgo como banderas ponen en veredas opuestas a la “Dueña” y a la “Negra”. La lucha por mando del paravalancha en el “Funebrero” está al rojo vivo.

SAN MARTÍN. BUENOS AIRES. Angélica y Ana Molina, la “Dueña” y la “Negra”, respectivamente, encabezan dos facciones que pujan por el control de la tribuna de Chacarita Juniors. Enfrentadas por las dispares repartijas que dejan no solamente los escalones del estadio, prometen una batalla que indudablemente derramará sangre.

Según un informe que impulsó Gustavo Grabia, el mismo detalló que la historia comenzó hace un largo año, cuando Angélica Molina decidió quedarse con todo y echar a su hermana Ana y a un montón de barras históricos de la cancha. Hasta entonces convivían en frágil paz el grupo de Villa Maipú, que siempre tuvo preeminencia en la popu, con las distintas facciones de Villa La Rana, José León Suárez, Villa Hidalgo, Villa Corea, Villa Loyola y Billinghurst. El armisticio había llegado tras una cruenta guerra de casi un lustro que había dejado un par de cadáveres y varios heridos graves.

En los últimos años el mando de la tribuna por poco no quedó vacante. Allí Angélica tenía dos elementos a su favor para coronarse: una alianza con la facción de Villa La Rana, con Magú Aguirre y Tinelli Cejas (este último recién salido de prisión) como representantes, que le aseguraban poder de fuego para resolver cualquier situación, y también que su pareja Muchinga no sólo era un jefe histórico, sino que ahora estaba metido en las entrañas de la institución.

Ese esquema comenzó a dar frutos en contante y sonante. Pero las monedas no se repartían, dicen, equitativamente. Y cuando aparecieron las voces disidentes, la forma de resolverlo fue como en el Far West. Así, Villa Maipú y La Rana, con Angélica al mando, se quedaron con todo. El resto de los barrios fue echado de la popular. Y Ana, la Negra Ana, que tenía su corazón en los grupos de José León Suárez y Billinghurst, también terminó desterrada.

comienzan a sonar los tambores de guerra y que tiene a dos generalas al frente de la batalla. Quien gane, se va a quedar con todo el territorio, que también es tierra fértil para un negocio suculento y con olor a muerte como el narcotráfico. De hecho, una facción de La Banda de los Peruanos de la Villa 1-11-14 se instaló en Villa Hidalgo y ve con buenos ojos desde ahí copar toda la zona. Hubo un llamado de atención a fin del año pasado, cuando en una redada la comisaría de Villa Marteli detuvo a dos barras de Chaca con armas y drogas. Mientras, las bandas de Villa Maipú, resisten. La Justicia tiene abiertas dos causas. Y, en el medio, una barra se debate entre dos hermanas. Y como solo una va a quedar en pie, la cosa se está poniendo complicada. Demasiado complicada.

 

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