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Palista argentino llega a los Juegos Olímpicos tras cuatro operaciones de corazón

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Cuando tenía 15 años, Juan Ignacio Cáceres pensó que uno de los principales impulsos de su vida, el canotaje, quedaría sepultado para siempre. Nacido en Las Flores (Provincia de Buenos Aires), el palista había sido seleccionado por la Argentina para viajar a un Sudamericano en la categoría cadetes. A una edad temprana, en la que habitualmente un joven se decide por la práctica de determinado deporte, él ya había encontrado el suyo. Tenía todo muy claro pero un chequeo médico detectó que tenía Wolff-Parkinson-White, un síndrome que se caracteriza por una anomalía de la conducción eléctrica del corazón y la aparición de arritmias. En plena adolescencia, a “Juani” se le venía el mundo encima. Daniel Dal Bó, Cáceres, Gonzalo Carreras y Pablo DeTorres se preparan para los Juegos Olímpicos Rio 2016. (Foto: ENARD) Nueve años después y luego de superar cuatro intervenciones en su corazón, Cáceres podrá cumplir su sueño: ser parte de los Juegos de Río 2016. A su lado estarán Daniel Dal Bó, Gonzalo Carreras y Pablo De Torres para competir en canotaje de velocidad (K4 1.000 metros).
“Siempre fue el pico máximo al que uno puede aspirar en cuanto a eventos. Esto es lo más grande y se me dio todo muy rápido después de mi problema. entonces, tener la chance de estar en los Juegos Olímpicos con sólo 24 años me deja muy satisfecho”, asegura Cáceres a rio2016.com Una vez detectado el problema, el camino del palista argentino se fue minando. Después de las dos primeras operaciones le dijeron que debía comenzar con una vida normal y que estaba obligado a dejar de lado el deporte de alto rendimiento. Cáceres era apenas un niño con miles de sueños dando vueltas por su cabeza. “Eso me puso aún peor. Pero siempre pensé que debía existir alguna solución. Seguí intentando, fui a otros hospitales, no podía quedarme con eso”, relata.
En la tercera intervención encontraron puntualmente dónde estaba el problema, pero no lograron curarlo. La cuarta, por fin, sería la vencida en un deportista con temple de acero. “El refrán dice que ‘la tercera es la vencida… En mi caso fue la cuarta, ja”, dice con una sonrisa. Las intervenciones a Cáceres fueron mediante cateterismo. “Cuando pensé que no podría remar nunca más en mi vida el golpe fue inmediato y duro. Con el paso del tiempo, el hecho de recuperarme, entrenar nuevamente y competir fueron alivio y satisfacción a la vez. La situación fue horrible pero tuvo solución”, recordó. Superado el mal trance, todo fue alegría en su carrera como deportista. “Mis inicios fueron a los 11 años en Las Flores, mi ciudad. De chico siempre me gustaron los 500 metros, una distancia que ahora no está en los Juegos Olímpicos. Pero me siento cómodo compitiendo en los 1000 metros”, explica. La actividad para ellos será el 19 de agosto en el Estadio de Lagoa.
La clasificación de Cáceres con sus amigos para Río 2016 llegó en el Mundial de Milan en el 2015. Ese mismo año en Toronto, la tripulación argentina ganó la medalla de bronce panamericana, detrás de Cuba y Brasil. A la hora de marcar un referente en su disciplina, Cáceres se inclina por Javier Andrés Correa, palista argentino que logró un quinto puesto en Sidney 2000 (K1 en 1000 metros). “Lo veía competir cuando empecé en esto y era mi ídolo. Es nuestro referente”. De esfuerzos y sueños se trata la vida de Cáceres. Posiblemente, sea un elegido al superar cuatro intervenciones de corazón y luego participar en los Juegos Olímpicos en una especialidad de máxima exigencia física. “Estoy contento, se lo debo a mi familia y a mis amigos, que siempre estuvieron en las malas. Ellos me alentaron para seguir. Hoy en Río de Janeiro cumplo un gran sueño”, finalizó.

 

 

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