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El mal carácter de Guillermo y los cambios sorpresivos están cansando a los dirigentes de Boca

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Gestos, gritos, reclamos al cuarto árbitro y cambios sorpresivos. Así fueron los últimos instantes de los mellizos Barros Schelotto en el estadio Malvinas Argentinas. Tanto Guillermo como Gustavo no toleraron el empate de Godoy Cruz a seis minutos del final y fueron muy explícitos para exhibir toda su impotencia. Y sus decisiones empiezan a estar bajo la lupa. Ni el ingreso de Walter Bou por Darío Benedetto, a los 43 minutos de la segunda etapa, ni la entrada de Leonardo Jara por Cristian Pavón, a los 46, parecieron tener un sentido lógico al desarrollo del juego, en momentos donde cada segundo valía oro y cada interrupción dinamitaba las chances desesperadas de Boca por llegar al 2 a 1.

No fueron las primeras, ni serán las últimas decisiones de los técnicos. Pero de pronto el aire mendocino fue atravesado por una sensación extraña. Porque las salidas del Nº 9 y del Nº 7 fueron determinaciones más viscerales que analizadas. Como si los reemplazos hubieran sido consecuencia directa del fastidio provocado por una determinada acción. Coincidencia o no, Benedetto venía de desaprovechar dos situaciones claras de gol, cuando el equipo aún ganaba por 1 a 0, y Pavón tuvo en esos últimos minutos un ataque de individualismo crónico.

Pero el problema es más global, no se reduce a dos nombres, a dos modificaciones. Los dirigentes están sorprendidos por las modificaciones que plantean los Mellizos no sólo dentro de un partido, sino también de un domingo al otro. Y las recriminaciones futbolísticas desde el banco, con gestos de fastidio, pueden limar la confianza del grupo hacia el cuerpo técnico.

La mayor sorpresa es porque todavía no se ve un estilo definido de juego. Y eso que los Barros Schelotto tuvieron tiempo como nunca para trabajar, casi cien días entre el final de un torneo y el comienzo del otro, y con una abultada billetera que agitó las aguas del mercado de pases, el cuerpo técnico sabe que ahora la lupa también está enfocada en ellos, en las determinaciones que toman y en cómo las interpreta el plantel. No hay lugar a dudas: el actual es el Boca de los Mellizos. No hay lugar al más mínimo reproche y queja, al menos en lo referido a los nombres que integran el plantel y al tiempo de puesta a punto.

Cuestiones meramente futbolísticas se entremezclan con aspectos individuales y disciplinarios. Todos reconocieron que el nuevo esquema 4-2-3-1 potenciaba y hacía lucir a Carlos Tevez, algo que hasta ahora no ocurrió. Sin embargo, frente a su primera ausencia (por la sanción de tres fechas por su expulsión ante Belgrano), el dibujo no se tocó. Y entonces, en Mendoza, ¿a quién benefició? ¿A Carrizo, su reemplazante? ¿O a Zuqui, el que ingresó en lugar de Pachi? Otro caso curioso fue la aparición de Gonzalo Castellani como titular en el debut ante Lanús, para luego dejar de estar en la consideración de los DT. O el demorado estreno del colombiano Sebastián Pérez, que pasó de ser campeón de América (Atlético Nacional) a aguardar su chance sin fecha prevista en Boca. Algo similar sucede con su compatriota Wilmar Barrios, que cosechó muchos elogios por su actuación en el seleccionado.

En lo referido al aspecto privado de los jugadores, los Mellizos también sufrieron el sacudón por el accidente de Ricardo Centurión, chocó y está procesado por lesiones culposas y por haber intentado huir del lugar de los hechos, antes de la llegada de la policía. Los Barros Schelotto escucharon las disculpas del ex San Pablo, pero lejos de sancionarlo lo confirmaron como titular frente a Belgrano, partido en el que el jugador se destacó.

Sólo Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, y el resto de los integrantes del cuerpo técnico, saben si los gritos, los reclamos, los gestos y los constantes cambios en el equipo titular son bien interpretados por el plantel o si generan astillas en la relación entre ambas partes. El modo y las formas en las que se llegue al final del recorrido, y las concreción o no de los objetivos trazados, determinarán si fue o no el camino adecuado.

La Nación

 

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