AMBIENTE
Investigadores misioneros con ayuda de plantas alternativas crean papel más resistente y ecológico
En Misiones, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET ) usan residuos foresto-industriales y especies alternativas, como la moringa, para obtener fibras que mejoran los productos en la escala industrial.
El uso eficiente de los recursos naturales es fundamental para lograr procesos que sean económicamente rentables y ambientalmente compatibles. La nanocelulosa – material que se obtiene en base a las unidades estructurales más sencillas de la materia vegetal – está generando una revolución en diversas industrias y constituye un recurso clave para la bioeconomía en regiones donde la actividad forestal es una de las principales fuentes de ingreso de la población.
Un grupo de investigadores del Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, CONICET – UNAM), trabaja en el desarrollo de nanofibras de celulosa obtenidas a partir de residuos foresto-industriales de especies tradicionales, como el pino o el eucaliptus, así como también de otros cultivos alternativos que están en expansión, como la moringa, un árbol originario de la India que se cultiva en Misiones. Estos recursos podrán ser empleados en la fabricación de papel, aumentando su resistencia y generando procesos más amigables con el ambiente.
Los usos de la nanocelulosa son múltiples y van desde la fabricación de materiales para automóviles hasta insumos médicos. Los trabajos que se realizan en el nordeste del país apuntan particularmente al papel. “Estudiamos la potencialidad de las nanofibras para reforzar papeles, particularmente los marrones que se utilizan para embalaje, que son los que representan el mayor volumen de producción de la industria papelera”, explicó la investigadora independiente del CONICET en el IMAM y responsable del Programa de Celulosa y Papel (PROCYP), María Cristina Area.
“Una de las fortalezas de estas nanofibras es que, a diferencia de otras nanopartículas en base a carbón que también se están estudiando, son completamente biodegradables. Son de origen orgánico y se obtienen a partir de recursos naturales que son muy abundantes en nuestra región, por lo que su potencialidad es enorme”, destacó la investigadora adjunta del CONICET en el IMAM, María Evangelina Vallejos.
El desarrollo de nanofibrilas de celulosa en Misiones comenzó hace 3 años, con estudios basados en materiales como el aserrín de eucaliptos y del bagazo de la caña de azúcar, es decir, desechos de cultivos extendidos en la región publicó el CONICET.
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